¡Hola, lectores de Hanami Dango! Este es el mes del orgullo, en conmemoración por los disturbios de Stonewall. Es un momento para reflexionar, una oportunidad para tomar conciencia de lo que puede estar pasando en la vida de personas que son discriminadas por ser quienes son. Para profundizar sobre esta temática decidimos hacer una nota que, si tienen ganas de leer mucho, esperamos les sea ilustrativa.
Para aquellas personas que sean asiduas a ver anime hay ciertas cosas que no les sorprendería ver en pantalla, por ejemplo, ver a héroes llorar. Algo que puede parecer simple es difícil de encontrar en otros lugares, sobre todo si se tratan de protagonistas masculinos. A los héroes de acción difícilmente se les permite mostrar sus emociones. En el anime podemos nombrar casos como Deku, de My Hero Academia, o Mob, de Mob Psycho 100.

Tampoco nos extrañaría encontrar series dirigidas a un público adolescente que estén protagonizadas por parejas homosexuales. Esto no es tan frecuente en el mainstream occidental, y ni hablar de personajes que disfruten usar una vestimenta asociada con el género opuesto, pero sin mayor implicancia sobre su identidad.
En líneas generales, podríamos decir que el anime aparenta ser bastante progresivo en estos temas, que serían impensados en dibujos animados occidentales para audiencias jóvenes. No es sino hasta hace muy poco tiempo que comenzamos a ver cómo a algunos shows se les permite incluir parejas del mismo sexo dentro del canon o tratar temas más densos.
Sin embargo, esta lectura superficial puede ser engañosa, sobretodo en lo que respecta a la comunidad LGBTQ+. Si bien en algunas cosas encontramos aspectos muy positivos a destacar, el camino no se ha formado sin varios tropezones, y algunos elementos negativos se han ido fortaleciendo con el paso del tiempo.

En esta nota vamos a tratar de abordar este tema tan complejo de una forma abarcativa. Vamos a hablar de lo bueno, de lo malo y de aquello que podría ser mejorable. Así que comencemos tratando de desenmarañar la compleja historia que el anime ha tenido con la representación LGBTQ+.
Género y sexualidad en la cultura japonesa
Así es, no pudimos pensar en un subtítulo más pretencioso. Pero tranquilxs, este no es un ensayo de la universidad. Resulta necesario hacer una aclaración sobre cómo estos temas son vistos y abordados en la sociedad japonesa para poder comprender cómo lo hace el anime, que, después de todo, es una pieza más en un sistema mucho más complejo.
Hacer una lectura enteramente occidental sobre un producto hecho en Japón y, mayormente, para una audiencia japonesa, sería un desacierto. Por eso nos parece importante dar un pantallazo a la sociedad japonesa y su tratamiento de la comunidad LGBTQ+, entendiendo siempre que vamos a hablar de generalidades. Después de todo, Japón es una cultura milenaria, y como tal, su relación con la sexualidad y el género ha sufrido muchos cambios con el paso del tiempo y dependiendo del nivel de influencia extranjera que tuvieran.

El Wakashudo
Entendiendo que las religiones son bases primordiales para comprender cómo la moralidad era entendida en una sociedad, podríamos hacer un primer acercamiento al sintoísmo, la primera religión principal de Japón. El abordaje sintoísta es muy diferente al que podemos encontrar en las religiones judeocristianas a la hora de abordar la sexualidad. Principalmente vemos que esta religión no condenaba como pecaminoso ningún encuentro sexual, sino que estos incluso formaban parte de los mitos primigenios. Si bien no había una celebración de la homosexualidad, tampoco se la criticaba, era una especie de indiferencia.
Pero Japón tuvo también una gran influencia del budismo, desde el cual comenzó a introducirse una diferenciación entre relaciones hetero y homosexuales, aunque no de la forma que quizás esperaríamos.
El deseo sexual era tomado como cualquier otra forma de deseo y, como tal, era mejor mantenerse alejado. Los monjes y sacerdotes debían ser célibes, sin embargo, en el caso de que sostuvieran relaciones con otros hombres, este acto era tomado como un «desliz de la voluntad». Muy diferente era la situación si se entablaban relaciones con una mujer, lo que era considerado como una ofensa grave.
Esta visión no aplica a todas las ramas del budismo, ya que varias de ellas eran explícitamente homofóbicas, pero no fueron estas las que más influyeron en la cultura japonesa. La rama del budismo más prominente venía de China, de donde también se adoptó la tradición del Nanshoku. Esta era una práctica que unía espiritual y físicamente a un monje adulto y a un joven aprendiz que tomaba como su acólito. La naturaleza de esta relación era muy importante en la vida de ambos y tenía incluso implicancias metafísicas.

Sin lugar a dudas, bajo una lectura moderna este tipo de vínculos se ve reprochable. Es cierto también que en gran parte esta relación nacía de cierta perspectiva misógina, porque las mujeres eran vistas como seres que debilitaban a los hombres. Estas prácticas no se quedaron solo en los monasterios, sino que pronto fueron expandidas a otras áreas sociales gracias a los samuráis.
Teniendo en cuenta que los samuráis recibían una educación budista, cuando esta clase tomó más poder, en el siglo XII, su influencia se extendió. Es así como el Nanshoku alcanzó otras áreas bajo el nombre de Wakashudo (‘el camino del joven hombre’). Gran parte de la historia y la literatura de ficción de la época eligió retratar historias basadas en el Wakashudo. El historiador moderno Junichi Iwata elaboró una lista de 457 títulos de este tipo entre los siglos XVII y XVIII.
En la sociedad se sostenía, mayormente, la indiferencia sintoísta. Los actos no eran celebrados fuera del contexto específico del Wakashudo, pero tampoco eran perseguidos o vilificados de manera fuerte.
Cabe destacar que todo esto atañe a las relaciones entre hombres, el lesbianismo tiene un menor registro histórico y resulta difícil definir con certeza la actitud general hacia este tipo de relaciones. Los pocos casos donde se encuentra literatura al respecto se tratan de obras dirigidas a públicos masculinos, lo cual muestra que la fetichización del lesbianismo ya estaba presente en la sociedad.
La era Meiji y la influencia extranjera
A medida que Japón se abrió a la influencia extranjera, la visión sobre la homosexualidad comenzó a dar un giro drástico. La era Meiji, que comenzó en 1868, trajo consigo muchas reformas legales y el gobierno se embarcó en una fuerte occidentalización de la sociedad que supuso la adquisición de nuevos códigos de género.

Influenciado por los misioneros cristianos y los intelectuales japoneses impresionados por Occidente, el gobierno de Meiji comenzó una represión del budismo. El Wakashudo fue condenado como acto de sodomía y en 1872 por primera vez se criminalizó su práctica. Aunque esto sería luego abolido en 1880.
En los tiempos de postguerra, uno de los lugares más prominentes de representación fue la prostitución, donde los danshou (hombres travestidos) tomaron un estilo similar al que se usaba en el kabuki, cuando los hombres debían interpretar papeles femeninos. A los danshou también se les llamaba okama, un término despectivo que aún se usa modernamente para referirse a hombres que actúan de forma afeminada. Es imposible calcular cuántas de las personas que ejercían el rol de danshou eran mujeres trans que encontraban en ese espacio un único refugio.
Actualmente la visión sobre la comunidad LGBTQ+ en Japón es diversa, con una mayor tendencia positiva. Según una encuesta realizada el 2019, indicó que el 68% está de acuerdo con que la homosexualidad sea aceptada en la sociedad y solo un 22% se opuso. Desde el 2012 anualmente se celebra el Tokyo Rainbow Pride. Además, hay varias celebridades trans con un espacio de relevancia.

Pero igualmente, no todo es color de rosa. Japón es el único país en el G7 que no reconoce legalmente las uniones entre personas del mismo sexo de ninguna forma. Las personas trans que quieran ser reconocidas legalmente con su género pertinente deben pasar por una cirugía de reasignación y además ser esterilizadas. Y si bien la representación en los medios es numerosa, muchas veces recae en estereotipos.
Ahora, queda preguntarnos: ¿cómo el anime refleja esto?
Una (no tan breve) historia de representación
Como quedó en claro en el segmento anterior, analizar la manera en cómo el colectivo LGBTQ+ es tratado no se puede hacer con una imagen fija, es necesario entender el cambio que viene con el pasar de los años. Por eso vamos a dividir esta sección en décadas y destacar los progresos más importantes realizados en materia de representación.
Queremos aclarar también que si bien vamos a nombrar algunos casos específicos de mangas, el foco estará puesto en el anime, por razones que profundizaremos en una sección más adelante.
Los años 60
Uno de los casos precursores que suelen ser citados a la hora de hablar de representación queer en el anime y manga es Ribbon no Kishi, de Osamu Tezuka. Esta obra, que fue adaptada a un anime en 1967, es considerada revolucionaria. Es una de las obras primigenias del shoujo y, más específicamente, introduciría elementos que luego darían forma al mahou shoujo.

La historia narra la vida de Zafiro, la única hija del rey del Valle Plateado, reino que cuenta con leyes retrógradas y machistas. La única persona que puede heredar el trono es el hijo varón del rey, por lo que la familia de Zafiro decide ocultar su género.
Esta obra no es tan revolucionaria en temáticas de género e identidad como sí lo es en otros apartados. Es cierto que la obra se anima a poner en cuestionamiento algunas ideas que en la época existían sobre los roles de género, pero así mismo perpetúa otros estereotipos, como el hecho de que Zafiro es buena en combate solo cuando pelea con su “corazón de niño”.

Así mismo, el que Zafiro haya nacido como una chica es culpa de un error divino, lo que implica que la identidad de género es dictaminada por fuerzas esotéricas y no por la sociedad, como es en realidad. Es obvio que Tezuka no tenía obligación de ser un ícono revolucionario en este apartado específico, pero es importante entender lo que su obra logró reflejar bien y los lugares donde sigue resultando problemática.
A pesar de esto, Ribbon no Kishi fue apropiada por personas que cuestionaban su identidad de género, y también sirvió para inspirar a una oleada de artistas que revolucionarían el shoujo en los 70.
Los años 70 y 80
El Grupo del 24 es un conjunto de autoras que revolucionaron el shoujo en los 70. Algunos nombres asociados con este conjunto son: Yasuko Aoike, Moto Hagio, Riyoko Ikeda, Ryōko Yamagishi y Keiko Takemiya, entre otras. Este no se trató de un colectivo, como las CLAMP, sino que es un nombre acuñado por críticos, periodistas y académicos.
Estas artistas introdujeron grandes cambios en el género, pero lo que nos interesa en esta nota es destacar cómo también introdujeron ciertas temáticas queer. Por ejemplo, Shiroi Heya no Futari es un manga de Ryoko Yamagishi que es considerado el primero en mostrar a una pareja lesbiana. También tenemos el caso de Ryoko Ikeda (La rosa de Versalles) con un manga adelantado a su tiempo: Claudine.

Claudine sigue la historia de un hombre trans cuya disforia termina llevándolo a un amargo final. La historia es narrada por un psiquiatra, contratado por la familia del joven que no acepta su identidad. La narrativa no solo asegura explícitamente que no hay ningún problema mental con el protagonista, sino que al final, además, se confirma que es un hombre trans, de forma explícita. El manga no está libre de ciertas perspectivas problemáticas, pero son más que entendibles teniendo en cuenta la época en que fue publicado.
El Grupo del 24 es también responsable del nacimiento del shonen-ai (amor entre chicos), obras que abordan historias de amor entre chicos. Entre las influencias que ayudaron a formar este género derivado del shoujo se encuentran películas como Las amistades particulares (Les amitiés particulières, 1964) y Muerte en Venecia (1971).

Estas influencias son en parte responsables de las características compartidas por estos primeros shounen-ai. En ellos podemos encontrar chicos extremadamente guapos y con facciones que pueden ser interpretadas como femeninas, tenemos historias situadas en un pasado histórico idealizado (con frecuencia europeo), una gran tragedia como uno de los puntos centrales de la historia y un énfasis en la estética narrativa.
Estas historias se centraban en el amor y el deseo entre chicos de la misma edad, a veces platónico, y narrado con una estética derivada tanto de la literatura clásica como del arte japonés. Sin embargo, seguían perpetuando los roles de género del shoujo.
Durante los años ochenta y con la aparición de eventos como el Comiket, que tuvo su primera aparición en 1975, el mercado de los doujinshi creció exponencialmente. Doujinshi es un término que abarca diferentes formatos, pero que tienen en común el que son autopublicados por los mismos autores. En estos círculos también nació el yaoi, que es un acrónimo de «Yama nashi ochi nashi imi nashi», que puede ser traducido como ‘Sin clímax, sin final, sin significado’. Su origen es autoparódico y no se trataban de obras originales, sino publicaciones derivadas de mangas más populares.

Otro caso paradigmático de los ochenta es Ranma 1⁄2, historia que sigue las aventuras de Ranma Saotome, un joven que se convierte en una chica cuando tiene contacto con el agua fría. Esta obra, como Ribbon no Kishi, no es una historia LGBTQ+, pero contiene elementos que son apropiados por la comunidad.
Esta narrativa “accidentalmente queer” sería algo común en el anime por mucho tiempo. Historias que por cercanía son adoptadas como representativas, aunque no incluyan en su texto personajes abiertamente LGBTQ+.
Los años 90
En esta década se dio un boom en el anime y el mercado internacional comenzó a nutrirse más de estas series. El incremento en cantidad de producciones abrió la puerta a nuevas obras siendo producidas para públicos cada vez más masivos y diferentes. Este boom también implicó la creación de nuevas revistas y con ellas surgió el término Boys Love, o BL, que es una traducción al inglés de shounen-ai. A diferencia del yaoi, que surgió de círculos fuera de la industria, el BL es un término creado por las editoriales para definir sus nuevas revistas.
La aparición de nuevos espacios trajo consigo fuertes personalidades en la industria que crearon algunas de las series más icónicas en caso de representación queer.

Por un lado, tenemos el trabajo realizado por el colectivo de artistas CLAMP. Muchos de los animes que adaptan sus obras incluyen personajes homosexuales. Desde RG Veda, Tokyo Babylon y, obviamente, Cardcaptor Sakura. En este último caso la relación más destacable es la de Touya, el hermano mayor de Sakura, y Yukito. Así mismo, tenemos a Tomoyo, que está enamorada de Sakura, y, por su parte, Sakura y Shaoran pueden ser interpretados como bi o pansexuales. Además, Ruby Moon es un personaje sin sexo biológico.
Otro caso relevante es el de Sailor Moon, un anime que adaptó la obra de Naoko Takeuchi. En ella no solo tenemos a dos villanos que son gays, Zoisite y Kunzite, sino que además tenemos a Haruka Tenoh, Sailor Uranus.
Haruka es un caso peculiar. En esta primera adaptación animada, Haruka es tratada como una mujer, cuya relación con Sailor Neptune es más que clara. Pero en la más reciente adaptación Sailor Moon Crystal (2014) su presentación es más fiel al manga original. En las páginas de Sailor Moon se define a Haruka como un personaje que es hombre y mujer a la vez y que su fuerza nace de ambos géneros.

Algo similar ocurre con las Sailor Starlight, que fueron asignadas mujeres al nacer, pero que se presentan de forma masculina cuando no están peleando y se refieren a ellos mismos como hombres en esos casos. No es de extrañar que esta historia, que además entrega un interesante abordaje a la fuerza de la feminidad, se volviera un ícono para tantas personas.
Uno de los casos más importantes de representación queer en el anime de la época se da con Revolutionary Girl Utena. La serie, creada por Kunihiko Ikuhara (Mawaru Penguindrum) nos cuenta la historia de Utena Tenjou. Ella es una adolescente que viste con ropas de chico y que ejerce un rol que tradicionalmente siempre ha estado asociado a los personajes masculinos. Utena no desea ser un chico, su identidad siempre es la de una mujer y la ropa que usa es una forma de expresar su propia feminidad.

Kuniko Ikuhara siempre se mostró interesado en explorar temáticas queer y feministas en sus series. Ya lo vimos cuando dirigió Sailor Moon Super S y siguió explorando estos temas en sus futuras obras, como Yuri Kuma Arashi (2015).
Finalmente, pero no menos importante, tenemos el caso de Evangelion. Mucho podríamos hablar sobre las maneras en que este anime revolucionó la industria, pero nos interesa más hacer foco sobre el vínculo entre Shinji y Kaworu. Este vínculo es explícitamente romántico, llegando al punto en que Kaworu le declara su amor al joven piloto del Eva 01.
A pesar de su breve aparición, Kaworu tuvo tal impacto que su vínculo con Shinji fue expandido y explorado en todas las historias de Evangelion que salieron desde ese momento. Tan vital fue para lxs espectadores que se despertó una gran polémica cuando Netflix realizó cambios en el subtitulado de la escena en que Kaworu le dice «te amo» a Shinji.
Los 2000
Si bien estuvimos destacando casos positivos, cabe recalcar que cada década tuvo su buena parte de pésimos casos de representación. Muchos de ellos se pueden encontrar en historias shounen, donde personajes queer son relegados a roles menores y usualmente usados para reírse de ellos. Tal fue el caso de Otokosuki en Dragon Ball Z. Entrando en el nuevo milenio esta tradición continuaría.

Tenemos la cuestionable inclusión del reino Kamabakka Ōkoku en One Piece, que se traduce literalmente como ’Reino lleno de travestis’ y donde los personajes son mayormente caricaturas exageradas. Este último apartado puede ser quizás pasado por alto, porque en One Piece todos los personajes suelen ser caricaturas grotescas. Así mismo, Emporio Ivankov, uno de los personajes más importantes del territorio, es un personaje cargado de estereotipos, pero a la vez se le entregan fuertes escenas emocionales y Eiichiro Oda lo trata con la misma relevancia y desarrollo que al resto de sus personajes.
Un caso también que no es ideal, pero tampoco tan dañino, es el de Leeron en Tengen Toppa Gurren Lagann. Este personaje es cliché desde su diseño y su orientación sexual es usada mayormente para humor barato. Pero al mismo tiempo se trata de un personaje muy relevante y cuyo aporte es muy positivo para el grupo.

Si bien todavía este momento no fue animado (los que solo siguen el anime y no quieren spoilers, que pasen al siguiente párrafo), también debemos destacar que por estos años, en la parte 6 de JoJo’s Bizarre Adventure, Dio Brando, el villano principal de la historia, se reveló como bisexual.
Sin embargo, el shounen sigue sin ser el lugar donde encontrar los mejores casos de representación y, si bien cada vez mejoran, los aspectos negativos en muchos casos superan a los positivos. Obviamente, eso no evita que la comunidad adopte a estos personajes como propios y los celebre, porque en muchas oportunidades no hay otros que elegir.
Un gran anime paradigmático para la comunidad LGBTQ+ es Ouran Host Club. La historia sigue a Haruhi, una estudiante de clase media-baja en una escuela para hijos de familias ricas. Accidentalmente se ve involucrada en las actividades del Ouran Host Club y deberá participar en él bajo la identidad de un chico. Además de haber personajes que muestran su interés en Haruhi cuando tiene la apariencia masculina, la misma Haruhi se muestra cómoda usando pronombres masculinos. Es un personaje cuyo género es fluido y esto se trata como algo natural.

Si saltamos brevemente a la pantalla grande no debemos pasar por alto Tokyo Godfathers, el filme de Satoshi Kon que entre sus protagonistas tiene a Hana, una mujer trans que vive en la calle. Hana es un personaje con un gran corazón, tiene un fuerte deseo de ser madre y es una de las piezas que destaca en la cinta.
2010 y el presente
Del 2010 en adelante comenzó a fortalecerse una tendencia que aún continúa: la desaparición de animes shoujo. Con sus pros y contras, las series dirigidas a esta demografía fueron, históricamente, las que más se animaron a mostrar personajes queer.
Así mismo, con el crecimiento de comunidades en internet, algunos aspectos para complacer a ciertos grupos de la audiencia se fueron intensificando. Con el crecimiento de un fandom otaku a nivel mundial y con una proliferación de animes siendo producidos en cada temporada, inevitablemente íbamos a encontrar series que recurrieran a fetiches y estereotipos para satisfacer a sus audiencias.
Esto no solo quedaba evidenciado en las series en sí, sino en el merchandising a su alrededor. Incluso series de calidad, como Puella Magi Madoka Magica, en su material promocional recurrían a la fetichización de relaciones entre las chicas del anime. Esta tendencia no haría más que seguir creciendo cada año, donde la representación no importaba, sino satisfacer la perspectiva masculina. La industria del BL también contribuyó a la fetichización de relaciones entre chicos con una audiencia que la consumía, mayormente compuesta de mujeres cis heterosexuales.

También se continuó con la costumbre de dejar los vínculos amorosos entre personajes del mismo sexo como un mero subtexto o sin el mismo nivel de confirmación que las parejas heterosexuales solían tener. Tenemos casos así entre Ymir e Historia de Shingeki no Kyojin, y hasta Yuri!!! on Ice juega intencionalmente con este elemento. Ya que mencionamos SNK, también es necesario destacar que el personaje de Hange Zoë, que en el manga su género se deja deliberadamente a interpretación del espectador, en el anime se le asigna un rol femenino.
Sin embargo, esto no significa que no haya habido exponentes positivos en los últimos años. Tenemos, por ejemplo, Hourou Musuko, un anime basado en la obra de Shimura Takako. La historia sigue a una chica a la que le asignan el sexo masculino al nacer. También tenemos Aoi Hana (2009), que viene también de un manga de Shimura Takako, en este caso protagonizado por una joven pareja de chicas queer que tratan de entender su propia sexualidad.
Un anime destacable es Kino no Tabi, lanzado en 2003 y tuvo un reboot en 2017. Kino, lx protagonista, es no binarix, como así también lo es uno de los personajes en Hoshiai no Sora, un anime de tenis. Otro caso donde encontramos un personaje no binario es Gatchaman Crowds, con O. D. En este anime también tenemos a Rui, un chico al que le gusta vestirse con ropa femenina ocasionalmente. Esta parte de su persona no se sexualiza ni se usa como chiste, sino simplemente como una característica más.

En años más recientes debemos destacar obras como Land of the Lustrous, Wonder Egg Priority y Given. Todas series que hacen gala de una positiva representación queer y que además acompañan esto con historias bien ejecutadas y calidad técnica sobresaliente.
No obstante, muchos de estos casos de representación se presentan de manera pésima en muchas obras. En particular cuando nos referimos a personas trans o a chicxs que son gender non conforming (personas cuya expresión de género difiere de las normas sociales para hombres y mujeres). Comportamiento que no solo viene de las obras de origen, sino también del fandom, donde se comenzaron a usar términos ofensivos como trap para referirse tanto a personajes trans como a personajes masculinos que se vistan con ropa femenina.
Cuando la representación se hace mal
Mencionamos muchos casos positivos, pero es momento de adentrarnos en algunas de las problemáticas que el anime encuentra a la hora de presentar personajes o temáticas queer. Aunque estos problemas no se relegan solo a la industria en sí y muchas veces la audiencia juega un rol crítico a la hora de perpetuar comportamientos dañinos.
Fetichización: las fujoshis no son el único problema

Fujoshi es el mote despectivo que se le da a las mujeres que disfrutan del BL. Sin embargo, la fetichización de relaciones homosexuales por parte de personas heterosexuales no está solo presente en una parte del público femenino. Como mencionamos antes, la mirada masculina es un punto que los animes y las empresas siempre tienen en cuenta cuando retratan relaciones entre personajes femeninos.
Podemos encontrar casos de series como Love Live!, donde las protagonistas son idols que asisten, en su mayoría, a escuelas solo para mujeres. Sus vínculos son de amistad en el anime, sin embargo, gran parte del material promocional juega con un subtexto amoroso y sexual, solo para beneficio de su audiencia, en gran parte, masculina.

Un tratamiento similar reciben las mujeres trans y los femboys. Tal es el caso por ejemplo de Astolfo, de la saga Fate, o Félix en Re:Zero. En estos casos no hablamos de las obras en sí, en las que mayormente suelen ser tratados como personajes redondos, sino por parte del fandom y del merchandising a su alrededor.
Como mencionamos, este problema también está presente en el BL. Las autoras de estas obras son, en su mayoría, mujeres hetero cis. Con esto no queremos decir que estas autoras no pueden abordar genuinamente temas de la comunidad homosexual, pero sin dudas la ausencia de autores homosexuales escribiendo sobre este tipo de personajes hace que la perspectiva se monopolice.
Rara vez estas obras abordarán temas como vivir de forma queer de una manera realista. El BL, y en cierta medida el yuri, opera en un entorno alternativo no realista y rara vez abordan problemas reales. Además de eso, su grupo demográfico objetivo son las adolescentes, no las lectoras queer.
A pesar de retratar relaciones amorosas entre hombres, muchas veces vemos que estos recaen en roles de género estereotípicos. Siendo uno de los personajes la figura masculina dominante y el otro el más afeminado y sumiso. El yuri, lamentablemente, tampoco escapa de la implementación de roles de género. Esto no sucede tanto en sus páginas, aunque obviamente hay casos de ello, sino mayormente en la manera en que es recibido.
Esto choca con los orígenes del género. Si bien, como mencionamos arriba, se le atribuye a Ryoko Yamagishi y Riyoko Ikeda la popularización del género en el manga, la literatura yuri está presente desde 1920. Yoshiya Nobuko es la escritora a la que se le atribuye el nacimiento del género. Ella fue, de hecho, una de las primeras escritoras abiertamente lesbianas en Japón.
Kazumi Nagaike, de la Universidad de Oita, indica que el yuri se formó en los colegios exclusivos para mujeres en la época de la preguerra. En el mundo del manga, algo de esta tradición se mantuvo, en sus orígenes, incluso manteniendo su foco en una audiencia femenina.
Comúnmente el yuri tiene historias enfocadas en relaciones emocionales, pero esto va de la mano con la idea de que es común que las jóvenes creen lazos entre ellas, incluso llegando a experimentar con su sexualidad. Esto es mayormente interpretado como una fase, y normalizado de esa manera. Es por eso que las historias yuri ubicadas en la adolescencia son mucho más comunes, no solo por el público al que se apuntan y sus rangos de edad, sino porque el lesbianismo en personas mayores de edad tiene otra connotación social.

El contacto sexual no consensuado es un problema de larga data en los BL, incluso encontramos casos recientes como Junjou Romantica o DAKAICHI. La violación, el intento de violación y otras formas de agresión sexual aparecen con frecuencia, la mayoría de las veces entre los principales intereses amorosos.
Afortunadamente, con el paso de los años, muchas series de amor de chicos modernos se han ido alejando de estos tropos. Además, es cierto que muchas veces lxs lectores queer son conscientes de estos problemas y aún así consumen estas obras. A veces, solo quieren leer una historia sobre una pareja del mismo sexo que se enamora sin el estigma deprimente de la realidad.
Por eso, con esto no decimos que si consumís series BL estás siendo homofóbicx, pero no está mal tener una mirada crítica a la hora de ver estas obras y saber las repercusiones que pueden tener y los estereotipos que perpetúan.
Queerbaiting: la ilusión de representación
A veces, la falsa inclusión resulta más dañina que la ausencia. Queerbaiting es un término que se emplea cuando una obra intenta atraer a una audiencia LGBTQ+ haciendo creer que van a existir personajes de la comunidad. Al agregar un subtexto se crea una ilusión que luego nunca se refleja en la obra de forma oficial.
Algo similar ocurrió con Yuri!!! on Ice, como mencionamos previamente. Sin embargo, un caso mucho más claro se da en las dos primeras temporadas de Hibike Euphonium, un anime de Kyoto Animation.

La historia de Hibike Euphonium está protagonizada por Kumiko y Reina, dos chicas que mantienen una amistad muy especial mientras pasan tiempo juntas en el club de música de la escuela. La historia, en su primera temporada, hace un fuerte eje en el vínculo entre estas chicas. La tensión y sus interacciones parecerían dejar poco espacio para la duda sobre su naturaleza. Sin embargo, el anime, en su segunda temporada, descarta por completo este vínculo y Kumiko termina viéndose emparejada con un amigo de la infancia.
El problema reside precisamente en esta aceptación generalizada de que las parejas homosexuales son puro bait, que se introduce para atraer al fandom BL/yuri y a miembros del colectivo LGTB+ que buscan sentirse representados. Por eso, algunas personas no confían en que una relación sea canon si no hay beso o confesión explícita. Después de todo, pocas veces las relaciones heterosexuales son tratadas como puro subtexto.

El mundo del manga: una historia diferente
Si bien nuestra intención en esta nota es enfocarnos mayormente en el anime, consideramos que es pertinente hacer una mención, aunque sea breve, a lo que ocurre en los mangas. Históricamente, como mencionamos antes, podemos destacar lo hecho por el Grupo del 24 y colectivos como CLAMP o artistas individuales como Naoko Takeuchi. Pero la situación actual es incluso más prometedora.
La amplia variedad de posibilidades de publicación y la increíble cantidad de material que existe en este formato permite que se cree un panorama distinto al que encontramos en el terreno de la animación. Los costos de producir un manga son diferentes a los de un anime, lo que les permite a las empresas tomar más “riesgos” con lo que crean. Así mismo, los canales de televisión tienen sus propias reglas de lo que consideran apropiado y no. Cuando el mainstream deja de ser una preocupación, podemos encontrar trabajos únicos.
Tal es el caso de obras como The Bride was a Boy, Our Dreams at Dusk, o El Marido de mi Hermano. La posibilidad de editoriales pequeñas de no solo retratar historias queer, sino también de darle un espacio a autores queer a que se expresen abre el panorama a nuevas y diferentes perspectivas.
El resto de las letras
En esta nota hablamos mucho sobre gays, lesbianas y trans, pero es importante reconocer que existen muchos más colores en el arcoiris y algunos de ellos reciben aún menos atención. Afortunadamente, el anime ha contado con mayor presencia bisexual y pansexual de lo que solemos encontrar en obras occidentales, pero las personas asexuales, arománticas e intersex quizás tengan mayores dificultades en verse reflejadas en estos trabajos.
Algo que creemos debemos mencionar también es que la meta final no es la inclusión por el mero acto de incluir. En el cine en muchos casos vemos la tendencia de generar un falso sentido de inclusión meramente porque ahora es económicamente viable, mientras tanto, detrás de cámara, en los niveles que importa, es imposible encontrar esa diversidad. Buscar una mejor representación en pantalla solo va a llegar cuando la industria se abra a nuevas perspectivas y genuinamente dé espacios para que más voces y perspectivas puedan contar sus historias.
El anime es queer
Muchas personas se estarán preguntando ¿por qué el anime? ¿Necesitamos presencia queer en el anime? Pues, el anime es queer por naturaleza.
Desde sus inicios el anime ha buscado contar historias de personas diferentes, personas que no encajan en los estereotipos de la sociedad. La lucha de las personas queer es una que el anime tranquilamente puede ilustrar y esperamos que en el futuro esto ocurra cada vez con más frecuencia.
Y de esta forma llegamos al fin de la nota. Muchas gracias por haber leído, esperamos haber dado un buen balance tanto de lo positivo, como de lo que aún se puede mejorar. A pesar de todos los problemas, es destacable que el anime haya logrado explorar temas que la industria occidental recientemente se ha animado a mostrar en el mainstream. Así que lo que queda por hacer es no perder el ritmo y seguir avanzando hasta que el anime quede pintado con todos los colores del arcoiris.

Si hay alguna obra que sea un buen (o mal) ejemplo de representación dejen su comentario por aquí y por redes sociales, queremos saber lo que piensan. Si les gusta este contenido, les recordamos que tenemos una página en Patreon, donde pueden aportar su granito de arena para que este proyecto sea cada vez más grande. Además, tenemos nuestro servidor de Discord, donde poder hablar de manga, anime y muchos más temas. ¡Muchas gracias por leer! ¡Hasta pronto, lectores de Hanami Dango! 🍡
Muy interesante y detallado artículo. En mi país una comunicadora realizó una tesis sobre la construcción y deconstrucción de las magical girls donde se refiere a la diferencia de abordaje del amor en las series Sakura Card captor y Puella Magi Madoka Mágica. Mucho de este artículo me hizo recordar su lectura. Saludos.
Muchísimas gracias! Son dos series bastante icónicas en esos temas, pero es cierto que hay una gran diferencia en esos aspectos. Sería una tesis interesante de leer.
En el manga tenemos la representación muy importante en la obra Ao no Flag, donde está la primera pareja gay protagonista canon de la historia de la Jump.