El 24 de agosto de 2010 conocíamos la fatídica noticia de que el gran director Satoshi Kon acababa de fallecer debido a un cáncer de páncreas con el que venía luchando varios años. El destino no hacía distinciones y en aquella fecha la animación lloraba la pérdida de una de las personalidades más brillantes de todos los tiempos, y hoy, 10 años después, recordamos la influencia que tuvo este nipón de Sapporo en la industria mundial del cine.

Satoshi Kon 1-Hanami Dango

No hace falta que mencionemos los prejuicios que en infinidad de ocasiones se tienen sobre las películas de animación por parte del público. Sin embargo, seguramente muchos no sepan la influencia que ha tenido la corta filmografía de Satoshi en algunos de los largometrajes más laureados de Hollywood en la última década. Muchos de los ejemplos que iremos desgranando a continuación son un claro ejemplo de cómo las ideas del creativo japonés traspasaron las fronteras y cautivaron al mundo entero.

Satoshi Kon 2-Hanami Dango

Hubo un tiempo en el que en EE. UU. películas como Blade Runner (1982) o El Club de la Lucha (1999) fracasaban en taquilla y crítica, donde todo aquello que fuera un poco más allá del estándar habitual no estaba bien visto. Ante este paradigma y alejado de los grandes focos, Satoshi Kon fue un auténtico pionero en la manera de tratar un tema fundamental que serviría de “inspiración” para directores de fama mundial como Christopher Nolan o Darren Aronofsky: ¿qué es realidad y qué es ficción?

Una cuestión que actuará como el eje principal de la mayoría de sus obras, todas desde planos distintos pero a la vez igual de complejos y fascinantes. Conceptos que no estaban para nada estandarizados en el mundo del anime ni mucho menos al otro lado del planeta. Es más, si nos fijamos en su ópera prima Perfect Blue (1997) o en la onírica Paprika (2006), podremos darnos cuenta de como claramente hay una línea argumental básica, sencilla de seguir y que nos va proponiendo a lo largo de la cinta sin que nos demos cuenta.

Satoshi Kon 3-Hanami Dango

Sin embargo, conforme avanzamos descubrimos que Satoshi no está dispuesto a hacer eso, busca darles otro giro a todas sus ideas. Su propósito en todo momento es jugar con el espectador, no solamente pretende el mero entretenimiento, sino que su principal objetivo es la crítica y la reflexión de muchos aspectos de la sociedad.

Precisamente esto último es algo que han pretendido plasmar varios directores como Aronofsky en su laureada Cisne Negro (2010) o Nolan con la superpopular Origen (2010), películas que recibieron el reconocimiento del público y la Academia. No tiene por qué ser algo negativo ni mucho menos, sino que sirve como ejemplo de cómo el cine de Satoshi no se circunscribe a un único plano, este emerge como fuente de inspiración para dar forma a su visión tan única de la vida. Ambos ejemplos cogen la trama de las películas de animación, con su propio toque occidental enriqueciendo todavía más las ideas del japonés. Diferentes prismas, contextos, direcciones que hacen que nunca se pierda la esencia tan característica de las mismas, y que consigan que estas lleguen a todo el mundo.

Si hay algo que en ambas cintas se consigue es lograr esa doble realidad que vemos en pantalla. Rompen con la pared, ya no solamente afecta a sus protagonistas, también está actuando en nuestra mente, esa es la verdadera magia, trascienden más allá de los límites establecidos. Ese fue el verdadero éxito de ambas producciones de Hollywood y a las cuales Satoshi iluminó el camino a seguir.  Posiblemente fuera de la animación no habíamos visto algo igual salvo en pinceladas del cine de Lynch o Hitchcock, seguramente inspirado por estos, Satoshi buscaba ir más allá; donde cada frase, cada momento, construía un todo en pos de una conclusión que tenía el único objetivo de devolvernos a esa duda inicial que planteábamos, completar el círculo que suponían sus obras de principio a fin.

Una vez nos damos cuenta de su filosofía, podemos comprender la manera que tenía de tratar las tramas de sus diferentes películas y cómo él sentía que debía plasmar su trabajo. Como solía decir: «Cosas como la imaginación y la voluntad propia de creer en lo anormal han sido prácticamente eliminadas de nuestra vida diaria».

A pesar de todo lo comentado, la grandeza de Satoshi Kon no se apreciaba únicamente a la hora de contar una historia, sino que seguramente a la par o por encima se encontraban los personajes: profundos, complejos, brillantes en la locura y, ante todo, terriblemente humanos. Este es un punto que no inventó el nipón lógicamente, ya que tenemos muchos casos a lo largo de la historia del cine anteriores a sus obras. Sin embargo, sí que fue uno de los pioneros para mostrar que las películas populares podían contar con personajes alternativos, raros, en los que viéramos reflejados una parte de nosotros mismos. Ninguno quisiéramos estar en la tesitura de sus protagonistas, pero quizás se acercan tanto a nuestra realidad que nos asustan.

Por ejemplo, pongámonos en situación con la comparativa más obvia. Por un lado, tenemos al personaje de Mima y por otro lado al de Nina Sayers, ambas con tramas idénticas y con sus respectivos contextos. Ninguna de las dos será recordada, no perduraran en la historia, lo que quedará será la carcasa de lo que representa el personaje, quien irá recibiendo un nombre distinto en función de la representación que toque.

Nuestro protagonista de hoy hizo fácil lo difícil, creó un estereotipo, un modelo a través de su cine. Con Paprika marcó el camino a muchos otros cineastas, sentó auténtica escuela. Todo lo que hay detrás de estas dos chicas es lo que otorga la grandeza del trabajo de Satoshi y es lo que hace que marque un antes y un después en la industria dado que no se limita a los protagonistas, sino que también profundiza en el resto de secundarios; les dota de un trasfondo único.

No solamente ha logrado tal éxito en estos apartados, también merece la pena destacar muchos otros aspectos donde junto a todo su equipo en materia de dirección y fotografía, alcanzaron tal nivel de maestría que ni siquiera en Hollywood fueron capaces de alterar ni una leve inclinación de la cámara.

Satoshi Kon 6-Hanami Dango

Tampoco nos olvidamos de sus otras obras como Tokyo Godfathers (2003) o Millenium Actress (2001), las cuales no han llegado a tener el mismo impacto al otro lado del charco, pero que sin duda han servido como inspiración de manera indirecta a muchas otras obras. Porque a pesar de que no se pueda apreciar de forma tan evidente como antes, sí que podemos encontrar algunas referencias a la segunda de estas cintas en la película Interstellar (2014) en algunos de sus personajes o en las composiciones musicales de su insuperable compañero Susumu Hirasawa.

La vida de Satoshi Kon ha servido de inspiración y de puente entre la industria de la animación y el mundo del cine, convirtiendo todas sus proyecciones en auténticas obras maestras y clásicos sin ninguna duda. En su carta de despedida pidió permiso para poder adelantarse al resto, nadie quiso que llegara ese momento, y entre lágrimas todos dieron su último adiós al maestro. Sin embargo, podemos esbozar una sonrisa ya que no todo se perdió, permaneció el recuerdo que dejaron sus películas, su legado, el cual siempre será eterno.

Satoshi Kon 13-Hanami Dango

¡Esto es todo por hoy seguidores de Hanami Dango! Esperamos haber podido estar a la altura y mostraros todo lo que ha supuesto la obra de Satoshi Kon para este gran arte. Así que os invitamos a pasaros por el resto de categorías de nuestra página web y el canal en You Tube.

またこんどせんせいほんとうに、ありがとう!

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