¡Bienvenidos, seguidores de Hanami Dango! Hoy nos despedimos de otro de los animes más esperados de la temporada de otoño, se trata de Kamisama ni Natta Hi, también conocido como The Day I Became a God, del estudio P. A. Works. Muchos nos encontrábamos expectantes por esta nueva obra de Jun Maeda, creador de animes tan queridos como Angel Beats!, Clannad, Little Busters! o Charlotte, con diseño de personajes de Na-Ga. Ahora bien, tener las expectativas tan altas al final pasa factura, pues por nuestra parte nos encontramos bastante desilusionados con Kamisama.
¡Vienen spoilers, así que leed bajo vuestra propia responsabilidad!

En el primer episodio, nuestra protagonista, una niña que se hace llamar Odín, nos dice que es un Dios y que el mundo va a acabar al cabo de 30 días. Esto nos lleva a elaborar teorías desde un principio sobre si realmente es un Dios o no, pues nos demuestra que puede saber lo que va a pasar: cuándo va a empezar a llover, quién va a ser el ganador de una carrera o que los padres de Yōta, nuestro otro protagonista, le van a dejar quedarse en su casa. Los primeros episodios son, de hecho, una muestra de este poder, pues gracias a su conocimiento puede explicarle a Yōta lo que debe hacer para obtener lo que quiere.
Estos episodios están cargados de elementos cómicos que, en efecto, nos han hecho reír, y han conseguido que la primera mitad del anime se nos pasara volando. Además, íbamos obteniendo algunos datos, como que “Odín” realmente se llama Hina e incluso tiene un apellido, Sato, ¿qué Dios tiene un apellido?
El problema llega, quizás, hacia la mitad del anime, en el episodio del festival. Aquí podemos ver a todos los personajes que han ido apareciendo individualmente en sus respectivos episodios y, al menos por nuestra parte, nos empezamos a plantear si han sido bien desarrollados o, por el contrario, nos resultan planos. En este sentido, no podemos decir que sintamos especial afecto por Tengan, Ashura, Sora o Hikari, mientras que Izanami sí tuvo un pequeño arco que, al menos, fue suficiente para entender su personalidad y darle desarrollo real al personaje a lo largo del anime.
Por lo tanto, consideramos que la emotividad del resto de episodios se pierde en cierta medida en los momentos en los que se depende más de estos personajes secundarios.

Cuando al fin conseguimos llegar a los episodios en los que la trama avanza, conocemos al padre de Hina, quien al fin nos revela que la Hina de ahora no es la misma que él conoció. Su hija sufría una enfermedad y no podía valerse por sí misma, además, el trato con ella era muy complicado. En este episodio llegamos a odiar al padre de Hina, nuestros sentimientos de incomprensión se alinean con los de Yōta, quien tampoco entiende cómo un padre puede decir eso sobre su hija.
Tras este descubrimiento, todavía nos queda por saber cómo fue posible la recuperación de Hina: cómo un día, de repente, se convirtió en un Dios. Aquí es donde tiene relevancia el personaje de Hiroto, un genio de la informática contratado por no-sabemos-qué-agencia que investiga el trabajo del doctor que cuidaba a Hina. Al descubrir la existencia de Hina y su milagrosa recuperación, se da cuenta de que aquello que desarrolló el doctor está dentro de la niña, y no es ni más ni menos que un ordenador cuántico implantado en su cerebro.
A estas alturas, el espectador tiene una opinión sobre si prefería la premisa de los Dioses como entidades superiores inherentes a este mundo o la que finalmente nos han dado: Dios es una máquina creada por el hombre y su omnisciencia viene dada por el cálculo de probabilidades y la obtención de datos a tiempo real. Por nuestra parte, nos encontrábamos más emocionados por la posibilidad de la primera opción que la que finalmente se desarrolla. Pero una vez dentro de esta senda debemos juzgarla, y lo cierto es que no pensamos que el episodio en el que se da este descubrimiento estuviera a la altura de todo lo acontecido anteriormente.

Consideramos que todo ocurre demasiado rápido y, al final, el episodio acaba sin demasiado impacto, a pesar de que se trata de la despedida de Hina tal y como la conocemos. Incluso la escena en la que no-sabemos-qué-altos-rangos toman la decisión de desactivar el ordenador, como si de un episodio de Código Lyoko se tratara, nos deja fríos, porque no hay debate más allá de decir que el mundo no está preparado para esa tecnología.
Al fin, llegamos a la recta final. El episodio 10 sirve como transición y en él obtenemos la redención de Hiroto, quien no deseaba ningún mal para Hina. Aun así, consideramos que la historia de este personaje también fue tratada de una manera bastante descuidada y rápida, sin posibilidad de hacernos sentir de verdad todo lo que había sufrido.
Por suerte, podemos decir que la historia remonta en estos últimos episodios. Hina ya no es la misma niña alegre y arrogante que conocíamos, y cuando Yōta consigue volver a reunirse con ella se da cuenta de la gravedad de la enfermedad que padecía, ahora ella no le reconoce. Se plantea en este punto la pregunta de si la Hina que conoció en verano era la misma Hina que se encontraba ante sus ojos y si de verdad debería estar a su cuidado en lugar de en un centro especializado.
Debemos recordar que Hina y Yōta son, al fin y al cabo, los personajes con más desarrollo a lo largo del anime, por ello estos últimos episodios en los que vemos cómo va a cambiar su relación logran sacudir, finalmente, nuestros sentimientos.
En definitiva, The Day I Became a God nos parece un anime que empieza bien pero que no termina de desarrollar todo su potencial, a pesar de su gran banda sonora, también compuesta por Jun Maeda, y de su animación, hay momentos en los que todo esto no es suficiente y lo que sucede nos deja indiferentes. Además, desaprovecha temas como la posibilidad de llevar a cabo un debate más extenso sobre la existencia de Hina o explicaciones de fondo sobre el científico que cuidaba de ella, o la organización que se encuentra tras el trabajo de este último. Por todo esto, pensamos que tal vez habrían sido necesarios más episodios, pues la premisa del anime se encuentra francamente desaprovechada.
Y eso es todo por nuestra parte, seguidores de Hanami Dango, esperamos no haber sido demasiado duros con este anime. ¡Ahora os toca a vosotros comentarnos vuestra opinión! ¿Ha cumplido este anime con vuestras expectativas? ¿Y ha conseguido emocionaros? Os estaremos leyendo en comentarios y en nuestras redes sociales. ¡Hasta pronto! 🍡
[…] The Day I Became a God: El regreso de Jun Maeda […]
Para mí es quizás la mayor decepción del año. No es lo peor ni de lejos (vi Gibiate, qué hay peor que eso JAJAJA), pero por ser una serie que tenía un potencial destacable, y unas expectativas importantes, y al final me parezca tan desaprovechado y hasta mal llevado… acaba siendo eso, una decepción grade y dolorosa.
Exactamente, el mayor problema de este anime es la decepción que te llevas por las expectativas y el potencial, como dices (porque empieza bastante bien, la verdad). Una verdadera lástima.
¡Muchas gracias por comentar!
Muchos tenían la idea de que iba a ser un Angel Beats 2.0, sin embargo ya es muy difícil que el autor haga otra historia así. Muchas veces se acaban las ideas, esta serie parte de una buena premisa pero algunos episodios son muy aburridos. Creo que Jun Maeda ha ido bajando de calidad en sus ultimas historias , Charlotte (2015) no me pareció mala pero tampoco es una obra maestra le ayuda mucho su soundtrack. Estuve leyendo que el autor va publicar una novela y quizá ya muestre un mejor historia.
Coincido contigo, disfruté Charlotte en su momento aunque no fuera una maravilla, pero Kamisama ha estado directamente desaprovechada (con episodios aburridos, como dices). Tal vez el formato de novela le vaya mejor, esperemos que sí :’)
¡Muchas gracias por comentar!