¡Bienvenidos, seguidores de Hanami Dango! Con la llegada de Promare a muchos servicios de streaming en Latinoamérica y a las salas de cines españolas en octubre del año pasado, salta a la luz para muchas personas las similitudes que tiene con otra obra del mismo estudio, BNA. En ambas queda en claro el problema que tiene Trigger para representar de manera veraz lo que la discriminación conlleva.
Advertencia, este artículo contiene spoilers.
En lo superficial es difícil ver similitudes entre BNA y Promare. Si bien ambas historias tienen todas las huellas de ser trabajos de Trigger, los colores brillantes, la acción cargada de adrenalina y la comedia alocada y brutal, sus historias parecen estar a mundos de distancia.
BNA es un anime estrenado el pasado 2020 en Netflix y sigue la historia de una joven chica-tanuki que busca refugio en Anima City, un lugar donde los Beastmen, literalmente hombres bestias, pueden escapar de la cruel sociedad que los excluye y hasta los caza indiscriminadamente.
Promare, por su parte, es el primer largometraje de Trigger, estrenado en 2019. En él un grupo de rescatistas deben enfrentar las consecuencias del ataque burnish, personas capaces de dominar el fuego y explotar si sus niveles de estrés escapan de su control. Este grupo es perseguido ferozmente por un gobierno que los encarcela sin justa razón.
Sin embargo, lo que superficialmente no se ve es la temática de ambas obras: darle voz a los oprimidos es lo que se encuentra en el corazón tanto de BNA como de Promare.

Desde una perspectiva occidental, este grupo perseguido puede hacer referencia a personas de color siendo discriminadas solo por cómo lucen, o a personas de países extranjeros a las que se le asignan dañinos estereotipos, o a personas queer que son castigadas por solo querer llevar una vida genuina a quienes son. Las lecturas son miles, y si bien Promare y BNA parecen ofrecer relatos de empoderamiento, sus metáforas se vuelven bastante confusas y problemáticas, trayendo serios cuestionamientos a lo que podría parecer un mensaje positivo.
Un problema genético

Una de las mayores espinas en la metáfora de estas historias radica en la manera en que buscan justificar la discriminación ante los oprimidos. En el mundo real, el racismo, la xenofobia y cualquier tipo de prejuicio de este estilo no tiene justificación racional, es algo que nace de las emociones de la gente, alimentado por los grupos hegemónicos que intentan separar y excluir a lo diferente. Pero ese no es el caso en estas dos historias, donde el miedo que existe hacia los burnish y los beastmen es perfectamente lógico y justificado dentro del relato.
Los burnish son víctimas de sus emociones, la historia los muestra como caóticos e imprevisibles. Literalmente la película comienza con escenas donde los burnish causan caos y destrucción bajo presión. Lio, el principal personaje de este grupo y líder de una organización que busca la liberación de sus pares, es mostrado como un joven temperamental que destruye la ciudad con la forma de un dragón cuando se enoja. Por su lado, los beastmen literalmente se vuelven animales salvajes incapaces de controlar sus impulsos.

Esto desdibuja completamente el propósito de este tipo de metáforas, donde el objetivo debería ser mostrar que la discriminación es irracional, que la gente de color, de otros países, con otras preferencias sexuales o identidades no son un peligro, simplemente son personas que buscan vivir sus vidas, tal como cualquier otro.
En el caso de Promare las cosas incluso se tornan peores, porque al final del día, para solucionar los conflictos de la historia Lio debe dejar de ser un burnish, debe abandonar toda su identidad y volverse uno más para poder lograr la paz. Los beastmen afortunadamente no sufren una erradicación total, pero en verdad su vida cambia muy poco y siguen viviendo en su propio etnoestado, sin en verdad resolver ninguno de los problemas reales que genera su discriminación.
Esto perpetúa la errónea idea de que las personas oprimidas son peligrosas y que es simplemente un instinto de supervivencia lo que genera el odio hacia ellos.
¿Quién le da la voz a los oprimidos?
Si bien la temática de ambas historias pretende contar relatos de grupos oprimidos, en ambos animes la voz del protagonista es de alguien ajeno al grupo. Esto, obviamente, una vez más es peor ejecutado en Promare, porque al menos en BNA, Michiru es una chica común que espontáneamente se transforma en beastmen y debe enfrentar las consecuencias de la discriminación en carne propia.
Lo que ambos shows sí realizan de igual forma es la presentación de un cuestionamiento ante el enojo y la manera en que los grupos oprimidos tienen de manifestar su insatisfacción. Galo, el rescatista que protagoniza la película, es el encargado de enseñarle a Lio que existe una manera “correcta” de protestar, no importa que todos los burnish estén siendo encarcelados y sus vidas se usen como motores de una nave espacial, esa no es razón para enojarse tanto.
De manera más sutil ocurre lo mismo en BNA, donde Michiru se ve completamente incapaz de entender por qué Shirou está tan enojado con los humanos. Esto no hace más que perpetuar el estereotipo de los grupos hegemónicos diciéndoles a los oprimidos que existen maneras correctas de reclamar por sus derechos.
El Malo detrás de la cortina
Finalmente, algo que altera la metáfora tanto en Promare como en BNA es la revelación final de que el villano resulta ser un miembro del grupo oprimido. En BNA, Alan Sylvasta es de hecho un beastmen, de igual manera que en Promare el gobernador Kray es un Burnish. Esto no hace más que enviar un confuso mensaje, donde al final resulta que los mismos grupos oprimidos son los que causan esa opresión.
Este tipo de revelaciones no solo son pobres a nivel argumental, sino que en lo que pretenden transmitir, en el mensaje final, no hacen más que enturbiar las aguas con contradicciones.
Hacer una lectura analítica y crítica no significa que no podamos disfrutar las obras. Tanto Promare como BNA son shows divertidos y nadie pretende que un anime producido en Japón venga a solucionar siglos de racismo y discriminación. Así mismo, uno puede celebrar las buenas intenciones al construir relatos que al menos dan cierta voz a los oprimidos. De todas formas, consumir ciegamente una obra tampoco es el propósito de ninguna pieza que se esfuerce tanto en generar una temática y una enseñanza final. Por lo que saber ver sus problemas solo nos puede llevar a un mejor lugar.
¡Y hasta aquí llega el post de hoy! ¿Vosotros habéis visto estas dos obras? ¿Qué os parecieron? ¿Qué opináis sobre la manera en que Trigger trata las cuestiones que presentan en sus obras? ¡Podéis dejar vuestros comentarios por aquí y por redes sociales! ¡Muchas gracias por leer hasta aquí! ¡Hasta pronto, lectores de Hanami Dango! 🍡