¡Bienvenidos, seguidores de Hanami Dango! Hoy os traemos la recomendación de Un Vampiro en el Jardín, el último anime de Wit Studio que llegó a Netflix el pasado 16 de mayo. Esta historia steampunk sobrenatural nos ha sorprendido gratamente y queremos aprovechar este post para animaros a darle una oportunidad. ¡Empezamos!

Thelma y Louise

La historia de Un Vampiro en el Jardín nos sitúa en un mundo postapocalíptico en el que una gran pandemia vampírica ha reducido a los humanos a pequeños núcleos de población en el corazón de una región helada septentrional.

En uno de estos núcleos vive una de nuestras protagonistas, Momo, quien sueña con conocer la cultura del viejo mundo y explorar lo que hay más allá de las murallas de su ciudad.

Por otro lado, tenemos el mundo vampírico, en el que estos seres inmortales viven en guerra constante con los humanos. Allí es donde Fine, nuestra otra protagonista, vaga melancólicamente esperando que algún humano acabe con su vida.

Por azares del destino, la música acabará uniendo a Fine y Momo, iniciando un viaje en el que ambas buscarán un mundo en el que vampiros y humanos puedan convivir en armonía.

Como habéis podido deducir por esta pequeña sinopsis, esta es una historia que nos sitúa en un entorno bélico, en el que nuestras protagonistas van a rebelarse contra lo que la sociedad espera de ellas.

Por ese motivo, el libreto firmado y dirigido por Ryoutarou Makihara concreta una historia que puede recordar a la dirigida por Ridley Scott. Un canto a la rebeldía y a la libertad individual en la que profundizaremos en los próximos apartados.

¿Vampiros contra humanos?

Lo cierto es que Un Vampiro en el Jardín propone un contexto que, aunque en forma puede ser atrayente, en el fondo es la misma guerra de vampiros contra humanos que hemos visto mil y una veces.

Por ese motivo, el encanto de esta historia va recaer en cómo sus protagonistas tratan de huir del contexto que genera la guerra, en lugar de centrarse en la naturaleza de la misma.

Momo es la hija de una de las oficiales humanas más destacables de su núcleo poblacional y se espera que, de una forma u otra, siga los pasos de su madre y capitanee a las tropas humanas. No obstante, Momo tiene otras inquietudes y le llama la atención toda la cultura, música y arte que, en su asentamiento, están prohibidas por asociarse a los vampiros.

Por contrapartida, Fine es una aristócrata vampira que está llamada a asumir una posición destacada en la nobleza vampira. No obstante, al negarse a beber sangre humana, se pasa las noches bebiendo alcohol de todo tipo, recordando tiempos pasados mientras toca su piano o violín.

En ambos casos, nuestras protagonistas se encuentran en una situación en la que su entorno espera grandes cosas de ellas a nivel político y estratégico. Son sociedades en las que la estructura social y organizativa ha carcomido cualquier aspiración más allá de la supervivencia más estricta.

Es decir, lugares en los que algo tan humano como cantar, bailar, contemplar un cuadro, leer o mantener un jardín es interpretado como un pasatiempo innecesario o una debilidad. Cuando, en realidad, estas actividades son las que nos definen como individuos.

Pese a todo, nuestras protagonistas no parecen tener la suficiente motivación intrínseca al principio del anime para huir en solitario de estas sociedades tan alienantes y opresivas. Precisamente por esto, cuando se encuentran, se perciben como el reflejo en el espejo que las invita a rebelarse y descubrirse a ellas mismas. Son las caras de una misma moneda, diferentes en forma, pero iguales en contenido.

En conclusión, Un Vampiro en el Jardín podría definirse como un anime bélico o sobrenatural, pero la realidad es que es una historia de cómo dos personas inician un viaje por carretera en el que buscarán realizarse individualmente. En otras palabras, no esperéis un 86 o un Kabaneri de la Fortaleza de Hierro,al menos desde el punto del libreto.

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Ranking Steampunk of Kings

Antes de continuar con el apartado artístico, visual y animación queremos sacar nuestra bandera de defensores de Kabaneri de la Fortaleza de Hierro. Pese a sus problemas y a las múltiples críticas que recibió en su momento, es un anime altamente infravalorado de Wit Studio que merece una oportunidad. Aunque no es el propósito de este post, dejadnos en comentarios si queréis que hablemos de ella en un futuro.

Regresando a Un Vampiro en el Jardín, lo cierto es que Wit emplea un estilo más simple en el diseño de personajes, pero altamente pulido en su apartado visual. 

Es decir, encontraremos unos buenos diseños, pero no tendremos un grado de manierismo equiparable a Ataque a los Titanes, Vivy Flourite Eye Song o la reciente Burbuja (Bubble).

Como resultado, no vamos a tener búsquedas innecesarias de realismo o dramatismo donde la consistencia del diseño se rompe en favor de la narración, como sí es habitual en los animes anteriores.

No obstante, esto no quiere decir que el apartado artístico de Un Vampiro en el Jardín sea malo. De hecho, pese a la simplicidad del diseño de sus personajes, los efectos y composiciones están muy cuidadas, siendo una animación que juega bastante con las luces y reflejos.

En definitiva, se podría decir que este anime es un híbrido entre el Wit Studio de las obras citadas y el Wit Studio de Ranking of Kings. Una gran producción de animación, pero sin el cuidado por el hiperrealismo como estandarte.

Es más, aunque se podría argumentar que el universo de Un Vampiro en el Jardín tiene un potencial visual y narrativo que hubiese podido lucir más con un enfoque shingeki, para nosotros el estilo visual es un acierto. Gracias a esta decisión de Wit podemos centrarnos en lo que realmente es importante en esta historia: Momo y Fine.

Aun así, nos ha encantado todo lo relativo al diseño de escenarios, localizaciones y asociación cultural de este mundo postapocalíptico. Es evidente que para la ciudad humana se toma mucho imaginario visual soviético, mientras que para lo vampírico se recurre a un estilo cortesano que puede evocarnos a la Rusia zarista.

Del mismo modo, no se puede negar que uno de los grandes puntos de inspiración visual para Un Vampiro en el Jardín ha sido también el videojuego Frostpunk, donde se aplican conceptos muy similares en lo estético y narrativo pese a la ausencia de vampiros. Prueba de ello es que el diseño de la ciudad humana en ambas narraciones es prácticamente idéntico, además de su contexto steampunk postapocalíptico helado.

Por último, antes de pasar al siguiente apartado, creemos que es necesario destacar que la animación de las secuencias de combate está a un gran nivel, elevando la acción y espectacularidad cuando la historia lo necesita. Esto puede ser algo poco noticioso en el contexto de Wit Studio, pero siempre que nos encontramos con un anime que presenta una animación por encima de la media creemos que es necesario destacarlo.

No me vendas un retrete y me digas que es el Taj Mahal

Evidentemente, aunque nos ha gustado Un Vampiro en el Jardín y escribimos esta recomendación para invitaros a darle una oportunidad, hay algo que también necesitáis saber: tampoco reinventa la rueda.

Esto es algo que deriva un poco del formato de anime de 5 episodios, en el que parece que Netflix quiere jugar al gato y al ratón con nosotros. Desconocemos si cogiendo una película de dos horas y cortándola en 5 fragmentos de 25 minutos habrán conseguido que alguien se crea que Un Vampiro en el Jardín es una serie.

De cualquier forma, debido a la duración bruta del anime, es cierto que la trama avanza a un ritmo endiablado que no siempre sienta demasiado bien al desarrollo de la relación de Momo y Fine.

Del mismo modo, tenemos muy poco espacio para conocer a personajes secundarios cuyo pasado nos ha resultado realmente interesante. Por poner algunos ejemplos, Allegro, Kubo (el tío de Momo) o Nobara (madre de Momo).

Son personajes que realmente parecen tener conflictos internos que han tratado de solucionar con parches y que los llevarán a actuar de una forma enigmática a lo largo del anime. Sin embargo, todos estos cabos se terminarán por atar al final del mismo, dejándonos con la sangre miel en los labios. Dejándonos con ganas de más.

Conclusión

En definitiva, es un buen trabajo de Wit Studio que nos hace recuperar la fe en el estudio que, en menos de dos meses, fue capaz de hacer la obra maestra Ranking of Kings y la intrascendente Bubble. Parece que esta última fue un pequeño bache en el camino de uno de los estudios más en forma de la industria del anime.

Evidentemente, sabemos que están trabajando en Spy X Family, pero creemos que el logro de hacer un buen anime para Netflix siempre debe puntuar doble, visto el historial de estrenos anime de la plataforma.

Además, en lo que respecta a Un Vampiro en el Jardín, presenta una historia y personajes con los que es muy fácil conectar. Pese a su atractivo contexto postapocalíptico, todos nos hemos sentido alienados o atrapados en una situación que no era de nuestro agrado.

Precisamente por esto es que nos involucramos emocionalmente con Momo y Fine y deseamos, independientemente de las consecuencias, que terminen encontrando esa realidad que tanto anhelan.

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¡Eso ha sido todo, seguidores de Hanami Dango! ¿Habéis visto ya Un Vampiro en el Jardín? ¿Qué os ha parecido? Os dejamos por aquí abajo el debate que tuvimos recientemente sobre esta serie en Twitch. Dejadnos vuestras opiniones en comentarios y recordad seguirnos en redes sociales para no perderos ninguna de nuestras recomendaciones. ¡Nos vemos! 🍡

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